domingo, 29 de mayo de 2011

Un mundo sin colores

De las exposiciones que más me llamaron la atención de las clases de cultura de esta semana, una en particular despertó un gran interés y ciertas dudas al respecto: la crónica de un concierto acromático. Se trata de un espectáculo que llena salas de fiestas y de conciertos y que atrapa cada día a más gente. El cantante, no percibe los colores a través de la vista, y por ello ha creado su propio código musical para ello. Al tocar cada color, aparece como por arte de magia un sonido que, en su cabeza, representa un color. Sigue sin verlo, pero la melodía le guía para hacer su día a día lo más parecido posible al nuestro.
Pero esto no es suficiente, y quería saber más al respecto. Cómo se da esta asociación, qué sensaciones despierta... Y por ello para saber, hay que inventigar, e ir más allá de lo que sabemos, y aprender nuevos conceptos, como el de la escala cromática, también llamada escala dodecáfona o duodécuple,es la escala que contiene los doce semitonos de la escala temperada occidental.


Todas las otras escalas en la música occidental tradicional son subconjuntos de esta escala. Cada nota está separada de sus vecinas superior e inferior por el intervalo de medio tono. En la música tonal y otros tipos de música esta escala es poco usada fuera de los usos decorativos ascendentes o descendentes que no tienen ninguna dirección armónica y se considera clichés. El término "cromático" es comprendido por los músicos para referirse a la música que incluye las notas que no son parte de la escala principal, y también como palabra descriptiva para esas notas particulares no diatónicas.

¿De dónde viene esta asociación música-colores?

Los griegos analizaban los géneros usando varios términos, entre ellos diatónico, enarmónico y cromático, siendo el último con el color entre los dos otros tipos que fueron considerados como modos negro y blanco. El género cromático contenía una tercera menor en la parte superior y dos semitonos en la inferior creando una cuarta justa en los extremos. Sin embargo, el término más cercano usado por los griegos para nuestro uso moderno de "cromático" es pyknon o la densidad ("condensación") de los géneros cromáticos o enarmónicos.
A medida que la tonalidad comenzó a expandirse durante la segunda mitad del siglo XIX, con nuevas combinaciones de acordes, tonalidades y armonías que se empleaban, la escala cromáticas y el cromatismo comenzaron a usarse más frecuentemente, en especial en las obras de Richard Wagner, tales como la ópera Tristan und Isolde.
Como la armonía tonal continuó extendiéndose, la escala cromática siguió siendo parte de la base de la música moderna en el dodecafonismo, donde una serie dodecafónica es una ordenación específica de la escala cromática, y del posterior serialismo. Aunque estos estilos/métodos continúan (re)incorporando la tonalidad o elementos tonales, a menudo las tendencias que llevaron a estos métodos fueron abandonadas, por ejemplo la modulación.
Susan McClary (1991) argumenta que el cromatismo en la narrativa de la ópera y la forma sonata puede ser mejor comprendida como el "otro", racial, sexual, socialmente u otros, del propio diatonismo "masculino". También fue trasladado el cromatismo a través de la modulación, a una área de tonalidad vecina, u otros medios. Por ejemplo, Clement llama al cromatismo en la Isolde de Wagner "olor femenino" (Opera, 55-58, de McClary pág. 185sig). Sin embargo, McClary también anota que las mismas técnicas usadas en la música para representar la locura en la mujer representan históricamente la vanguardia en la música instrumental, "en la sinfonía del siglo XIX, el atrevido cromatismo de la ópera Salomé de Richard Strauss es lo que distingue una composición realmente seria de la vanguardia de un trabajo hecho de clichés recortados.

Para los músicos acromáticos, todo esta teoría es la que lleva a la creación de nuevos métodos y herramientas que, gracias a la tecnología, hacen que su mundo tenga algo más de color, y le acompañe una buena melodía.

miércoles, 18 de mayo de 2011

‘Me gustó más el libro que la película…’

Desde siempre nos han fascinado los cuentos Disney, los hemos acogido en nuestra infancia dejando que conformaran unos valores y sentimientos por los que guiarnos, pero no muy a menudo hemos ahondado en el origen de las historias que tanto nos han marcado. La literatura siempre ha ido pareja al cine, quien en muchas ocasiones ha causado más daño a las historias, que se mantenían vírgenes entre las cubiertas de los libros. ‘Me gustó más el libro que la película…’

Había una vez…
Un niño rubio, de 12 años, que se negaba a crecer, que desprendía orgullo y valentía y que, muy en contra de lo que dicta la ley de la gravedad, podía volar. No, Peter Pan no tenía alas. Ni mucho menos era un ave. Sin embargo su creador, el escocés James Matthew Barrie, quiso que su niño abandonara volando su hogar, cuando era un bebé, para adentrarse en los Jardines de Kensington (Londres) y llegar a la Isla de los pájaros, también conocida como ‘Nunca Jamás’.
Atraído por los cuentos de Wendy, Peter volaba hasta la ventana del cuarto de la joven cada noche, para después regresar al País de Nunca Jamás y transmitírselos a los niños perdidos. Este argumento ha sido el adaptado en el trabajo  cinematográfico de Walt Disney, sin embargo M. Barrie dio vida al personaje en su obra teatral Peter Pan, llevada a cabo en diciembre de 1904, en Londres. Acompañado por su hada Campanilla, Peter vivía las aventuras en una isla en la que convivían tanto indios como piratas, y, entre ellos, su gran enemigo el Capitán Garfio. La novela en este caso tardó un poco más en llegar, ya que en 1911 fue cuando M. Barrie reflejó en la novela Peter Pan y Wendy las aventuras de Pan, inspirado en el mediano de los hermanos Llewelyn Davies, Peter Davies. La familia Llewelyn Davies era amiga del autor escocés, y con ella representaba pequeñas obras de teatro y se divertía con sus juegos infantiles como si de uno más de la familia se tratara. Tal era la relación de James M. Barrie con los Llewelyn, y, en especial con los tres hijos, que muchos personajes que rodean a Peter, como los Niños Perdidos, comparten rasgos comunes. Su compañera protagonista Wendy Darling, tanto en la obra como en la novela, tomó prestado el nombre de una amiga de M. Barrie, llamada Wendy Henley. Pero en esta ocasión la niña cuentacuentos de doce años, con un extraño sentimiento maternal exacerbado, no toma su forma a partir de un personaje de la vida real del autor. 

Desde que tuvo lugar en 1902 la primera aparición de Peter en un capítulo de El pajarito blanco, un libro destinado a un público más adulto y que reflejaba la relación entre M. Barrie y los hermanos Llewelyn Davies, la historia del ‘siempre niño’ ha sido numerosamente adaptada. Literatura, cine, musical, teatro… Peter ha sido protagonista de libros, películas, musicales y funciones, secuelas dirigidas por diferentes autores a lo largo de los siglos XX y XXI.
El gran auge de este cuento tuvo su despegue en 1953, a partir de la creación de la película animada de la gran industria Walt Disney Pictures, Peter Pan. Gracias a este film de dibujos animados, la generación de los 80 nos introdujimos durante años en el mundo de fantasía que nos permitía alcanzar todo aquello que nos negaba la realidad. En 1954 Broadway fue el escenario escogido para el estreno del musical basado en las novelas de Barrie, cuyo éxito fue tan aclamado que dio lugar a su representación durante tres temporadas, siendo la última en 1998. Y esta última escenificación se versionó para televisión en el año 2000, por lo que resultaba evidente la simpatía que el público ha tenido siempre hacia este rubio de ojos verdes.

El nombre de Peter Pan también ha tenido influencia en el mundo hollywoodiense, recordemos si no a Mikel Jackson, quien se declaró a sí mismo como Peter Pan cuando dijo ‘Yo soy Peter Pan, no quiero crecer’. Jackson era gran amigo de Spielberg, por lo que, cuando el director se dispuso a dirigir una de las mejores secuelas del Pan de M. Barrie, Hook, esperó que fuera Michael el protagonista. Pero no fue así.


Hook, un filme en el que Peter es un adulto, ha crecido y tiene dos hijos, Jane y Michael - curiosamente ‘Michael’-, y ha de regresar al País de Nunca Jamás para enfrentarse al Capitán Garfio que ha secuestrado a sus hijos. ¿Qué fue lo que produjo el rechazo de Jackson a un papel protagonista de tan trascendente éxito infantil? Que Peter había crecido. Peter ya no era un niño, ya había recibido la bofetada de la madurez y tenía responsabilidades que cumplir. El guión de Hook no gustó a Michael, hecho que no fue problema para Spielberg, quien consiguió un resultado, en mi opinión inmejorable, con la interpretación de Robin Williams. El reparto de esta película de 1991 no pudo caer en mejores manos. Los más reconocidos, Julia Roberts como Campanilla o Dustin Hoffman como el Capitán Garfio, y otros actores que quizá por el nombre no los recordemos a priori, como Bob Hoskins en el papel de Smee, pero que suscitan empatía al recordarlos en otras películas. Hoskins cambió su mono rojo y su llave inglesa de fontanero en Super Mario Bros de 1993, por los pantalones pirata y pañuelo a la cabeza y gafas redondeadas que encarnaban al pelota número uno del Capitán Garfio en Hook.
Por primera vez y, a manos del director Spielberg, era adaptada la vida adulta de Peter Pan, además de ser la primera adaptación al cine en personajes reales y no animados. Pero el Peter Pan de la novela de Barrie y de los dibujos de Disney llegó ‘en carne y hueso’ a la gran pantalla en el año 2003, con la película Peter Pan, la gran aventura, dirigida por P. J. Hogan y producida por Universal Pictures.

En su génesis en la novela de J. M. Barrie, a Peter Pan se le atribuye la función de cuidar y guiar a las almas de los niños muertos antes de que habiten el más allá, algo que pasó por alto la adaptación animada de Disney, ya que hubiera sido algo aterrador para los niños que quisimos acompañar a Peter en sus aventuras. Lo que sí supo potenciar Disney con los personajes de Peter y los Niños Perdidos fue ese rechazo a la idea de crecer, de madurar. Dejar de ser niño… Para ser adulto. Sin pretenderlo, con el nacimiento de ‘su Peter’, Barrie dio el nombre popular al trastorno psicológico que consiste precisamente en el miedo a crecer, el síndrome de Peter Pan. Y como si de una relación simbiótica se tratara, las influencias entre literatura, cine, teatro, etc. dan origen a nuevos productos, como es el caso de este cuadro psicológico que recoge el Dr. Dan Kiley en las líneas de su libro The Peter Pan Syndrome: Men Who Have Never Grown Up (‘El síndrome de Peter Pan, la persona que nunca crece’).
Y suma y sigue. La tónica de la industria cultural se basa en la explotación del fenómeno hasta la saciedad, por lo que cantantes y grupos han introducido entre sus temas el que atañe al niño ‘que no quiere crecer’. Resulta difícil olvidar la canción Peter Pan de El Canto del Loco, ya que no pudo resultar más cansina sonando en los diales de las emisoras de radio musicales más populares.

En el gran universo de las secuelas y adaptaciones de la obra maestra de Barrie, pasa lo de siempre, que las hay que están autorizadas y las hay que no lo están. En 1987, 50 años después de la muerte del ‘padre’ de Peter Pan, los derechos de autor terminaron en Reino Unido, pero los derechos sobre cualquier puesta en escena o publicación a partir de esa época pertenecen al Great Ormond Street Hospital, entidad a la que J. M. Barrie había cedido los derechos como regalo y que los mantiene completos en toda la Unión Europea. Pero aquí no solo hay un potente beneficiado. Walt Disney mantiene el diseño de los personajes y las canciones que introdujo en su película de 1953, imaginemos entonces cuánto poder adquisitivo puede tener la industria que cuidó este señor. Se dice que son 30.000 millones de dólares los que ingresa The Walt Disney Company, fundada por los hermanos Disney, Walter y Roy. Y, acerca del maestro Walt… Todavía me gustaría saber cómo se gestó la leyenda urbana que afirmaba que, el cuerpo del padre de Mickey Mouse y demás factoría Disney, está congelado con el fin de resucitar cuando la ciencia lo permita. Pura falacia. Disney, mejor dicho, Walt, murió a causa de un cáncer de pulmón en 1966, provocado por ese enemigo imbatible llamado tabaco. Las cenizas del cineasta se encuentran en California, pero su alma la encontramos en cada película del imperio Disney.

domingo, 15 de mayo de 2011

La SGAE, ese organismo desconocido

Generalmente a la Sociedad General de Autores y Editores, ese organismo desconocido para muchos, se le tiene cierto rechazo. No solo la gente de la calle, sino que esta sociedad es objeto de mofa en programas de humor y criticado frecuentemente tanto en televisión como en la radio y en la prensa. No nos resulta extraño escuchar a Buenafuente haciendo un chiste sobre Ramoncín -miembro de la Junta Directiva de la SGAE, durante 20 años, hasta el 2007 y ex presidente de ella-, o leer en los diarios noticias en las que este organismo demanda a alguien por uso indebido de un contenido protegido por los derechos del autor. Asociamos a la SGAE con el concepto de censura, con el dominio y poder de protección de los contenidos audivisuales de los autores, y normalmente, con la acepción de 'contraria al usuario'. Pero no la reconocemos por su contribución al fomento de la cultura, en tanto que hace posible su difusión a través de eventos como conciertos, premios a los jóvenes emprendedores, ayudas a proyectos culturales como los musicales, cinematográficos, etc. Para conocer todas las ventajas que ofrece, tan solo tenemos que hacer un 'click' en su página web http://www.sgae.es/.
 


Aquí también podemos conocer los estatutos por los que se rige esta sociedad, algo que si hoy en día se tomara en consideración evitaría muchas de las demandas que acostumbramos a recibir envueltas en noticias. Ésta por ejemplo, es la última noticia que se ha publicado esta semana en internet sobre la SGAE, y, como ya hemos comentado al principio, la imagen que refleja no es 'demasiado positiva':

Desestiman la demanda de la SGAE y Ramoncín contra una web por comentarios de los usuarios

El cantante, escritor y presentador, Ramoncín
Si pinchamos en el título, accedemos a la noticia, y podemos ver que los medios de comunicación podemos tratar temas polémicos de forma que el lector adquiera un rechazo a este organismo, pues en este caso, la demanda de la SGAE se dirigía a un usuario de Internet. Un bloguero, que bien puede sentirse identificado el usuario que está leyendo la noticia. El cuarto poder nos llaman, a los medios de comunicación, el cuarto poder influyente en la opinión pública, y como tal, tenemos el compromiso de contribuir a la difusión de la cultura entre la población. Ciudades como Madrid o Barcelona el trabajo de promoción no es tan arduo como lo pueda ser en ciudades ya no más pequeñas, sino menos asociadas a la oferta de trabajos relacionados con la cultura, o a profesiones más artísticas que necesitan de grandes escenarios para su desarrollo. Ciudades como Alicante, Sevilla, Elche, Valencia, etc. son las que han sido descuidadas por organismos que se encarguen de la difusión de la cultura. La afirmación que mejor se sostiene es, por tanto, que la oferta cultural camina de la mano con su promoción.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Deportivamente incorrecto

En el deporte no siempre se respeta su naturaleza cuando se pone en práctica cualquiera de sus modalidades. Cuando se unen la competición y el poder aparece un atajo lleno de trampas por conseguir el éxito. Podemos hablar de doping, de sobornos o de impagos, y estar refiriéndonos a cualquier deporte, e incluso a cualquier evento deportivo. Ejemplo de ello fue la decisión del Comité Olímpico Internacional de realizar por primera vez análisis de sangre a los atletas en los JJ.OO. de Sydney, en agosto del 2000, y desde entonces los medios de comunicación no han dejado de destapar casos de dopaje en competiciones deportivas.

Aunque esta sea una de las manchas que más ensucian en el deporte, también el dinero juega sucio en deportes como por ejemplo el fútbol. ¿Qué sucedió la pasada temporada en cuanto a los ascensos a primera división?

'El Caso Brugal'
Presuntamente, el Hércules C.F. realizó una compra de partidos que permitieron el ascenso del equipo a primera división, ya que existen grabaciones que demuestran que en el último partido de liga, en su enfrentamiento ante el Córdoba C.F., éste se dejó ganar, obteniendo un resultado de 4 goles a 0 a favor del equipo alicantino. Las escuchas realizadas a Enrique Ortiz, constructor, máximo accionista del equipo y relacionado también con la trama Gurtel, se apreciaba cómo incitaba al capitán del Hércules, Tote, y al segundo capitán, Abraham Paz, a comprar las derrotas voluntarias de Salamanca, Córdoba, Girona y Recreativo. Es poco curioso, por tanto, que estas acusaciones impliquen a personalidades políticas, ya que éstas son las únicas que pueden lograr 'victorias' haciendo uso y abuso del poder, del poder y del puñado de euros.



Los más perjudicados
Si el Hércules C.F. de verdad manipuló los partidos para conseguir jugar en primera, el equipo que más razones tiene para echar humo es el Real Betis Balompié, ya que la plaza hubiera sido suya en tal caso. Es por ello que el club sevillano envió un escrito al Consejo Superior de Deportes y otro a la Federación Española de Fútbol para solicitar que se analicen y se tengan en cuenta todos los datos surgidos de la investigación del 'caso Brugal'. Además el Betis reivindica el derecho a la plaza que les fue supuestamente arrebatada y se mantiene a la espera de las consecuencias que puedan derivar del veredicto del juzgado número 7 de Alicante.

Este es el caso más reciente de estas dimensiones en nuestra liga española, sin embargo cada temporada podemos escuchar numerosos casos de impagos a futbolistas, concretamente una cuarta parte de Segunda B tiene problemas de este tipo según el Diario As, o, como en primera división, la famosa situación del Rayo Vallecano, que debe dinero a futbolistas que militaron en sus filas en 1993 y 1998.


Ante estas situaciones creo que cabe hacernos una importante pregunta... ¿Qué clase de control ejerce la LFP sobre los clubes que acumulan un sinfín de números rojos?